En 1702 existían algunas construcciones de piedra seca en
La Caleta que eran utilizadas para guardar los barcos por los habitantes
de Soo y de Famara.
El hallazgo de restos de cerámica aborigen en esta zona,
confirma las noticias que suponían a Famara junto con Zonzamas
y Corral Hermoso, como los grandes poblados aborígenes de
Lanzarote.
Wödfel dice que "Famara" es un derivado de "Fanagui",
topónimo de Lanzarote, sin embargo F. Navarro Artiles asegura
que "Fanagui" es una errata de "Famara"; y Carmen
Díaz Alayón dice que "Mara" (segmento de
Famara) parece ser el mismo que figura en los topónimos prehispánicos
palmeros: AUTINMARA y DUTINIMARA.
Posiblemente sobre las ruinas del antiguo poblado de Famara, se
construyó la huerta con su cortijo. Según el padre
Fray Luis de Quirós, los franciscanos llegados con Juan de
Bethencourt se instalaron en un lugar muy pobre, a una legua del
poblado llamado Famara, donde construyeron un pequeño oratorio;
y en 1416 se construía la ermita de Nª Sra. De las Mercedes.
Los franciscanos, según el padre Provincial Buenaventura
Davila, permanecieron en Famara durante 33 años; sus medios
de vida eran las limosnas, la agricultura y la pesca.
En 1841 Madoz al hablar de Famara lo
señala como un cortijo cuya producción apenas puede
satisfacer las necesidades de la familia que lo habita, y que riegan
varios árboles con algunos sudadores (pequeños manantiales)
existentes en la zona.
El hecho de que el caballero regidor citara La Caleta como "un
punto" y no como aldea o pago, significa que hasta esa fecha
no existía ninguna construcción. Aunque en 1850 y
en la relación de aldeas y lugares del distrito municipal
de Teguise, si aparece La Poceta con 10 habitantes, Famara con 6
y La Caleta con ninguno.
Unos 15 años después, Gregorio Tavío, natural
de Soo, construye con piedra y barro un almacén en La Caleta
de Famara, donde venía a pescar desde hacía muchos
años; era la primera construcción del lugar, al lado
de los pequeños corrales de piedra seca. En ese almacén
viviría años después Feliciano Tavío.
En 1888 a la Caleta llegan Francisco
Morales León y Antonio Batista; el primero construye su almacén
en el lugar que luego ocuparían Simón Morales, Luciano
Betancort y Francisco Morales; y el segundo hace su almacén
donde después viviera Juan Tavío.
Poco a poco llegan a La Caleta algunas familias de La Graciosa,
y en 1910 ya hay 25 vecinos. Se construye la ermita del Sagrado
Corazón de María. En La Caleta nace el gran maestro constructor de timples, Simón
Morales. El maestro albañil Juan Martín Armas , construye para
D. Luis Ramírez el extraño edificio de La Caleta Famara,
hoy propiedad de la Iglesia.
En 1937, La Caleta vivió un
suceso que estuvo a punto de convertirse en tragedia: lo sufrió
el pescador Nicolás Bernal Sosa al caer al mar durante un
gran temporal, pero ganó la orilla de Famara después
de luchar con las grandes olas.
La Caleta tuvo barcos que le dieron fama en toda la isla, como los
nombradísimos San Francisco, San Juan y El Consuelo.
Y así, los primitivos barracones se convirtieron, allá
por los años ’30, en acogedoras casas blancas con las
puertas y ventanas de un azul tan intenso como el mar.
Ésta es la historia de Famara, un núcleo vacacional
que partió de un pequeño asentamiento de pescadores
que han ido delegando este privilegioso lugar en varias generaciones.
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